"El almacén de las palabras terribles" - Elia Barceló

Talia era una niña que estaba harta de las discusiones de Ana y Miguel, sus padres. Una noche, volvieron a discutir. Ana repetía una y otra vez "No aguanto más, me quiero ir de aquí". Talia no soportó más y furiosa le contestó "Vete de aquí y no vuelvas más, ya no te queremos". Su mamá quedó sorprendida al ver la reacción de su hija, y se sintió tan triste que decidió irse de la casa.
Al otro día, Talia estaba en un parque llorando y un señor extraño, parecido a su abuelo que no había llegado a conocer, se acercó a preguntarle qué le ocurría que estaba tan triste. Ella le contó lo sucedido y éste sin dudarlo, le contó acerca de la existencia de un lugar al cual el lo llamaba "El almacén de las palabras terribles" y afirmó que allí la ayudarían o al menos tratarían de remediar y cambiar sus palabras. 
Al llegar al lugar, Talia se encontró con un joven llamado Pablo de más o menos veinte años, que iba allí con el mismo objetivo que ella. Corregir sus palabras. Cuando entraron, fue como si para ellos se detuviera el tiempo. Los dos se encontraron con dos seres luminosos, que no se les distinguía el rostro y que harían de sus "Guías" en ese extraño lugar. Allí les enseñaron todo acerca de sus palabras, cuales eran buenas y cuales eran malas y que a veces se solían utilizar como un cuchillo para el alma.
Allí, para Talia y Pablo no existía el tiempo y no sabían que afuera, en el mundo real, estaban en coma, y parecía como si todo lo que estaban viviendo en ese lugar fuera un sueño. Por eso, los guías les advirtieron que sí deseaban seguir aprendiendo, podían quedarse allí, pero el día en que decidieran regresar, todo podría haber cambiado rotundamente. (Iba a pasar el tiempo y las personas que quería iban a envejecer).
A Talia le gustaba estar allí, sin embargo, ya que estaba lista para regresar. En cambio, Pablo decidió quedarse un poco más allí, ya que no aprendió lo suficiente como para volver y remediar sus acciones.


Para mí, es un libro interesante, es muy bueno en mi opinión, ya que, te muestra lo fuertes que pueden ser las palabras, y cuan mal o cuan bien hacen sentir. Pero, lo más importante es quien las dice. Si es alguien muy querido, si es bueno, importa o alivia más que si es un desconocido, pero si es algo hiriente, hiere "como un cuchillo" si proviene de alguien querido. A veces hay que tener cuidado con las palabras, porque pueden ser peores que armas o que la violencia física.